Exposición infantil al plomo y conducta criminal (SQ-38)
Los efectos tóxicos de la exposición al plomo están bien fundamentados. El plomo no tiene ninguna función biológica en el cuerpo humano y una vez dentro, imita al calcio y se deposita en dientes y huesos, causando graves daños a casi todos los sistemas del cuerpo con un gran impacto en el sistema nervioso central y periférico, también a nivel gastrointestinal, renal, endocrino y en el sistema inmunitario. El cerebro, corazón, hígado, huesos y riñones son algunos de los órganos que se ven muy afectados.
La exposición ambiental al plomo puede afectar a personas de todas las edades pero es particularmente peligroso para los niños, incluso los no nacidos. Debido a que actúa como una neurotoxina, el plomo puede afectar negativamente el desarrollo del cerebro y el sistema nervioso. La exposición al plomo en los primeros años puede resultar en graves trastornos del desarrollo, de la conducta y del aprendizaje. El cerebro humano tiene poca capacidad de repararse a sí mismo, por lo que se considera que esta disminución de las habilidades cognitivas y alteraciones conductuales son irreversibles y pueden durar toda la vida, incluso llegando a presentar sus efectos y síntomas hasta la adultez.
El impacto de la intoxicación por plomo en el desarrollo mental de los niños es muy conocido. Ha sido asociado con pérdida de CI, trastornos del aprendizaje, alteraciones del crecimiento, hiperactividad, alteraciones atencionales, problemas de memoria y conductas antisociales. ¿Pero hay alguna asociación entre la exposición infantil al plomo y la conducta criminal? Parece ser que sí. Tenemos literatura científica que respalda las afirmaciones de que las concentraciones de plomo en sangre se encuentran muy relacionadas con conductas criminales y otras tendencias de inadaptación social en adultos [1] [2] [3] [4].
Un estudio reciente publicado en la Revista de Salud Ambiental encontró una fuerte relación entre los niveles de plomo en el aire y subsiguientes conductas criminales y agresivas en niños. Los investigadores de la Macquarie University en Sydney analizaron los niveles de plomo en el aire y la conducta criminal de seis suburbios de Nueva Gales del Sur: Boolaroo, Earlwood, Lane Cove, Port Kembla, Rozelle y Rydalmere.
Los investigadores ajustaron los factores sociodemográficos que se sabe que contribuyen a mostrar conductas criminales agresivas como edad, educación e ingresos del hogar. Los investigadores encontraron que la exposición al plomo ambiental durante la niñez resultó en una mayor probabilidad de presentar conductas criminales en los siguientes años. De hecho, los investigadores encontraron que la exposición al plomo en los primeros años de vida es el mayor predictor de índices de agresión en la adultez.
Más específicamente, dijeron que «una concentración de plomo en aire se relacionaba con un 29,8% de la varianza en los índices de agresión 21 años de edad, después de ajustar las covariables sociodemográficas. Las emisiones de plomo por gasolina en dos de los estados más poblados estaban relacionados con el 34,6% y 32,6% de la varianza en índice de muertes por agresión 18 años después [5]».
Llamativamente, la exposición al plomo solo parece relacionarse con crímenes violentos. Los investigadores encontraron que la relación entre los niveles de plomo y otros crímenes como el fraude, que no es agresivo ni compulsivo y suele ser premeditado, se relacionaban solo en un 5,5%.
Los hallazgos no son de sorprender y van de la mano con los resultados de estudios previos que también sugerían que la exposición al plomo durante los primeros años de vida es un gran factor de riesgo para presentar conducta criminal durante la vida adulta. Una de las grandes conclusiones es que la exposición al plomo puede incrementar las acciones impulsivas usualmente asociadas con crímenes agresivos y violentos. Los investigadores creen que la relación entre una exposición al plomo a temprana edad y los índices de crímenes violentos es significativa para la salud pública global. Es necesario tomar grandes medidas conjuntas para disminuir los niveles de plomo, así como las toxinas ambientales asociadas con sus consecuencias en el neurodesarrollo.
Niños e intoxicación por plomo
La Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un folleto sobre envenenamiento titulado Intoxicación infantil por plomo donde describe en detalle las vías de exposición al plomo y sus resultados dañinos en los niños. Dice que «Ahora se sabe que los niños tienen particularmente un alto riesgo de sufrir de intoxicación por plomo. Desde la concepción los niños tienen más riesgo de exposición y una mayor susceptibilidad a los efectos tóxicos del plomo que los adultos. Existen ventanas de vulnerabilidad al plomo durante los primeros años (cuando se es un embrión, un feto y en el desarrollo posnatal temprano) que no tiene comparación en la vida adulta (Comité en Salud Ambiental de la Academia Americana de Pediatría, 2003)».
Hay muchas razones por las que los niños son biológicamente más vulnerables a la intoxicación por plomo que los adultos. Una de estas razones aparentemente es que el cerebro del niño está pasando por un rápido proceso de crecimiento, desarrollo y diferenciación. El plomo tiene la capacidad de alterar estos procesos extremadamente intrincados y frágiles que ocurren en el cerebro en desarrollo. Además, la forma más común de exposición para los niños es a través de la ingestión, que aprovecha la capacidad de los niños de absorber hasta 4 o 5 veces más plomo ingerido que los adultos, haciendo que tengan más tendencia a sentir todo el impacto de la intoxicación por plomo.
Otro factor de riesgo para la exposición infantil al plomo está en el útero. Los altos niveles de plomo en la sangre de las mujeres embarazadas pueden tener consecuencias devastadoras en el neurodesarrollo y la salud en general del bebé en crecimiento. El plomo que se encuentra en los huesos de la mujer se pasa al niño. Los estudios muestran que los niveles de plomo en la sangre maternal y fetal son prácticamente los mismos. Una vez el plomo circula en el feto, puede acceder fácilmente al cerebro en desarrollo penetrando en la barrera hematoencefálica todavía sin desarrollar. Además de causar daño en el cerebro, la acumulación excesiva de plomo en una mujer gestante puede resultar en una pérdida fetal, parto prematuro, bajo peso al nacer e incluso deformidades en el bebé que crece en el útero.
¿Y entonces hay un nivel seguro bajo el cual los niños no sufren las consecuencias indeseadas sobre su salud general y cognitiva? La investigación sugiere que concentraciones de plomo en sangre tan bajas como µg/dl, que previamente se consideraban seguras, pueden alterar potencialmente el desarrollo, en cuanto al aprendizaje y la conducta. Esta es una estadística peligrosa.
Sobre este tema, el folleto de la OMS afirma que «Las investigaciones recientes indican que el plomo está asociado con alteraciones neuroconductuales a niveles en sangre de 5 µg/dl e incluso menores. Parece ser que no hay umbral bajo el cual el plomo no sea perjudicial para el cerebro humano en desarrollo. El Comité Mixto FAO/OMS de Expertos en Aditivos Alimentarios volvió a evaluar en junio de 2010 y retiró el lineamiento de valores de consumo semanales tolerables provisionales respaldados en que era inadecuado como protección contra la pérdida de CI»[6].
Referencias:
- Nevin R. Understanding international crime trends: the legacy of preschool lead exposure. Environmental Research 2007
- Wright et al. Association of prenatal and childhood blood lead concentrations with criminal arrests in early adulthood. PLoS Medicine. 2008
- Nevin R. How lead exposure relates to temporal changes in IQ, violent crime, and unwed pregnancy. Environmental Research 2000
- Goodlad JK, Marcus DK, Fulton JJ. Lead and Attention-Deficit/Hyperactivity Disorder (ADHD) symptoms: a meta-analysis. Clinical Psychology Review. 2013
- Taylor MP, Forbes MK, Opeskin B, Parr N, Lanphear BP. The relationship between atmospheric lead emissions and aggressive crime: an ecological study. Environmental Health. 2016.
- Childhood Lead Poisoning. World Health Organization.
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