Edulcorantes artificiales: ¿una trampa dulce? (SQ-12)
La obesidad endémica ha avivado la popularidad de los edulcorantes artificiales. Estos azúcares falsos no tienen calorías y con ellos puedes consumir con toda confianza todas las cosas dulces que quieras sin temor a subir esos kilos extra. Se cree que esta estrategia reduce los niveles de azúcar en sangre, que al combinarse con el control de peso, constituye un enfoque ideal para reducir el riesgo de trastornos metabólicos como la diabetes tipo 2.
¿Pero usar edulcorantes artificiales realmente es el enfoque correcto para alcanzar tus metas de pérdida de peso? ¿Cómo reacciona tu cuerpo cuando se separa la dulzura de la ingesta calórica? Estas son dudas relevantes debido a que muchos sospechan que esta dulzura falsa puede pasarle factura a tu salud, especialmente a largo plazo.
¿Qué dice la ciencia?
Muchos estudios muestran que los edulcorantes artificiales interfieren con la química cerebral y tienen un efecto sobre las hormonas implicadas en regular el apetito y la saciedad, llevando al cuerpo a ansiar carbohidratos o azúcares [1]. ¿Y cómo funciona? Funciona confundiendo al cuerpo pero no lo engaña completamente.
Cuando comemos algo dulce, el cerebro libera dopamina, activando el centro de recompensas en el cerebro. Cuando devoras suficientes calorías, las células grasas secretan leptina, una hormona que regula el apetito. Básicamente le envía la señal de llenura al cerebro. Como resultado, dejas de ansiar más comida o de sentirte hambriento. Es increíble cómo funciona nuestro cuerpo, ¿cierto? Ahora veamos lo que pasa cuando intentamos engañar al cuerpo al consumir azúcares falsos.
Cuando consumimos edulcorantes, estamos intentando ingerir azúcares sin calorías. El sabor dulce activa las vías de recompensa de la comida pero la ausencia de calorías hace que el cuerpo no tenga forma de desactivarlo. Obviamente se crea un gran estado de confusión cuando el sabor dulce anuncia la llegada de las calorías pero nunca llegan. ¿Y cuál es el resultado? El cuerpo continúa enviando la señal de que necesita energía, manifestando mayor deseo de carbohidratos y consumiendo calorías en exceso. En un estudio llevado a cabo en la Universidad de California en San Diego, se encontró que el azúcar activaba las regiones del cerebro asociadas con las vías de recompensa de la comida pero la sucralosa no lo hacía [2].
Hay otro factor que está influyendo: se sabe que el tracto gastrointestinal y las células beta del páncreas tienen los mismos receptores detectores de dulzura que nuestras papilas gustativas [3] y a pesar de que la activación de estos receptores en las células del páncreas llevan a la secreción de insulina, en el intestino este mismo mecanismo afecta la absorción de glucosa desde el lumen, llevando a una absorción incrementada de glucosa que se almacena como grasa abdominal.
Además hay un increíble cúmulo de evidencias que sugiere que estos edulcorantes artificiales sin calorías causan intolerancia a la glucosa, conocido como diabetes tipo 2, aumento de peso [4] [5] [6] [7] y podrían aumentar el riesgo de enfermedades cardíacas [8] [9] [10]. La pregunta importante es: ¿no se supone que los edulcorantes artificiales sirven en primer lugar para evitar estos efectos?
Es verdad que algunos de estos estudios no son concluyentes pero el hecho es que la mayoría de ellos apunta fuertemente a que existen riesgos graves de salud y eso debería ser razón suficiente para preocuparse.
Esto nos lleva a otra investigación que sugiere una relación entre edulcorantes artificiales, obesidad e intolerancia a la glucosa. Aunque no es la primera investigación que identifica esta asociación y tampoco es concluyente según los expertos en el campo, este estudio es clave en dar una razón posible por la que los edulcorantes artificiales pueden desencadenar obesidad e intolerancia a la glucosa.
Un estudio dice que los edulcorantes artificiales pueden alterar la flora intestinal y causar intolerancia a la glucosa
Según el estudio [11], los edulcorantes artificiales llevan a un cambio en la composición y funciones de las bacterias intestinales. Sabemos que billones de microorganismos que viven en nuestro tracto digestivo, la microbiota intestinal, tienen un papel fundamental en el metabolismo, es decir, en convertir la comida en energía que se usará inmediatamente o se guardará como grasa.
Al parecer los edulcorantes artificiales aumentan la población de firmicutes, un grupo específico de bacterias que son más eficaces en extraer energía de la comida y almacenarla como energía en el cuerpo. Por esta razón, los azúcares falsos parecen causar aumento de peso e intolerancia a la glucosa al desequilibrar la flora intestinal.
Sin embargo, los autores del estudio advirtieron que no todas las personas tendrían tendencia a verse afectados de la misma forma por la influencia potencial de los edulcorantes artificiales sobre la flora intestinal. Los autores creen que los hallazgos todavía necesitan investigaciones adicionales que determinen qué tipo de persona es más vulnerable y más información sobre la vía y los mecanismos por las que los microorganismos intestinales pueden influir en estas alteraciones metabólicas. Otros expertos e investigadores en este ámbito también enfatizan que son pocos datos y que el estudio no es concluyente pero sigue siendo considerado un estudio rompedor que resalta la necesidad de más investigaciones en esta dirección.
El sentido común dice que estos edulcorantes artificiales son moléculas químicas extrañas y ya vimos que nuestro no está preparado para metabolizarlas de la misma forma que los edulcorantes naturales. Es posible que los edulcorantes artificiales sean selectivos en cuanto a cómo se ejercen estos efectos. Después de todo, el conjunto de microorganismos intestinales del cuerpo reflejan la historia genética y ambiental, algo que es individual. Sin embargo, no se puede ignorar así como así un gran cúmulo de trabajo [12] que respalda el punto de que los edulcorantes artificiales pueden no ser tan seguros como nos han hecho creer.
Parece que tenemos que esperar más estudios definitivos ya que los estudios actuales que resaltan el lado negativo de los edulcorantes artificiales todavía no son concluyentes. ¿Eso quiere decir acaso que los estudios que muestran efectos positivos deseados son concluyentes y debemos confiar en ellos ciegamente? ¿Qué crees?
¡Algo en qué pensar!
Como siempre, te proponemos que hagas tu propia investigación. Es cierto que los hallazgos de muchas investigaciones y estudios no son concluyentes y variados pero te dejamos una interesante historia sobre cómo Splenda o la sucralosa nacieron. ¿Sabías que este edulcorante artificial fue descubierto en el proceso de crear un insecticida?
Todo sucedió cuando Leslie Hough, un profesor inglés le pidió a un estudiante indio que pusiera a prueba un compuesto intermedio y el estudiante entendió que debía «probarlo» literalmente. El compuesto era intensamente dulce y este descubrimiento accidental llevó a la creación de Splenda, azúcar clorada con tres átomos de cloro y un sabor aproximadamente seiscientas veces más dulce que el azúcar. Químicamente la sucralosa o Splenda es 4-cloro-4-desoxi-α-D-galactopiranósido de 1,6-dicloro-1,6-didesoxi-β-D-fructofuranosilo. Es un organoclorado que se forma cuando tres moléculas de cloro se añaden a una molécula de sucrosa. ¿Por qué te decimos esto? Porque los insecticidas y herbicidas como el DDT, los policlorobifenilos y el Agente Naranja son todos organoclorados.
Y esto no es todo: la sacarina, otro edulcorante artificial común es un derivado del alquitrán. Te dejamos a tu decisión qué sabor te deja esto en la boca, ¿es dulce o amargo? Cuéntanos lo que piensas.
Referencias:
- Qing Yang. Gain weight by “going diet?” Artificial sweeteners and the neurobiology of sugar cravings. Yale Journal of Biology and Medicine. 2010 Jun; 83(2): 101–108.
- Frank GK, Oberndorfer TA, Simmons AN, et al. Sucrose activates human taste pathways differently from artificial sweetener. Neuroimage. 2008;39:1559-69.
- Itaru Kojima and Yuko Nakagawa. The Role of the Sweet Taste Receptor in Enteroendocrine Cells and Pancreatic β-Cells. Diabetes and Metabolic Journal 2011 Oct; 35(5): 451–457.
- Artificial sweeteners tied to obesity, Type 2 diabetes. CBC News health.
- Davidson TL, Martin AA, Clark K, Swithers SE. Intake of high-intensity sweeteners alters the ability of sweet taste to signal caloric consequences: implications for the learned control of energy and body weight regulation. Quarterly Journal of Experimental Psychology (2006). 2011 Jul;64(7):1430-41. doi: 10.1080/17470218.2011.552729.
- Fernanda de Matos Feijóa, Cíntia Reis Ballarda, Kelly Carraro Folettoa, Bruna Aparecida Melo Batistab, Alice Magagnin Nevesb, Maria Flávia Marques Ribeirob, Marcello Casaccia Bertolucia. Saccharin and aspartame, compared with sucrose, induce greater weight gain in adult Wistar rats, at similar total caloric intake levels. Appetite. Volume 60, 1 January 2013, Pages 203–207.
- Kate S. Collison , Nadine J. Makhoul, Marya Z. Zaidi, Soad M. Saleh, Bernard Andres, Angela Inglis, Rana Al-Rabiah, Futwan A. Al-Mohanna. Gender Dimorphism in Aspartame-Induced Impairment of Spatial Cognition and Insulin Sensitivity. Plos one.
- Vasanti S Malik, Matthias B Schulze, and Frank B Hu. Intake of sugar-sweetened beverages and weight gain: a systematic review. The American Journal of Clinical Nutrition.
- Vasanti S. Malik, SCD, Barry M. Popkin, PHD, George A. Bray, MD, Jean-Pierre Després, PHD, Walter C. Willett, MD, DRPH and Frank B. Hu, MD, PHD. Sugar-Sweetened Beverages and Risk of Metabolic Syndrome and Type 2 Diabetes. A meta-analysis. American Diabetes Association. Diebetes care.
- Dagfinn Aune. Soft drinks, aspartame, and the risk of cancer and cardiovascular disease. The American Journal of Clinical Nutrition.
- Suez et al. Artificial sweeteners induce glucose intolerance by altering the gut microbiota. Nature International weekly journal of science.
- Jotham Suez, Tal Korem, Gili Zilberman-Schapira, Eran Segal, Eran Elinav. Non-caloric artificial sweeteners and the microbiome: findings and challenges. 2015
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